La vida se consiste de una serie de mecanismos de varios niveles de complejidad. Lamentablemente, nos solemos equivocar al analizar la dificultad de cada uno. Solemos complicar los mas triviales y subestimar los complejos. No existe una sola manera de desatar los componentes una tras otro, de desarmar la construcción, de partir el átomo. En el libro Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami cuenta de la posibilidad de comenzar con los pormenores mas triviales y de pronto identificar el camino a los niveles de abstracción mas profundos. Eso se puede consistir en observar la gente pasar por la calle por varias horas durante un rato bien largo, hasta una semana o mas aún. Observar, meditar, y intentar de aprender.
A mi, sin embargo, me gusta la idea de comportamiento aleatorio, o sea, de una acción aleatoria. El método se aplica mucho en la matemática y la computación, y sirve en los casos que nos falta información, a menudo con el apoyo de una heurística para tomar una decisión mas inteligente. As veces no sabemos casi nada, de modo que el mejor resultado se obtiene de la forma aleatoria. Se puede consistir en actuar de manera espontanea, hacer una pregunta inesperada, salir en el momento menos oportuno, aparecer al instante mas turbulento, hacer un comentario imprudente, viajar a un lugar sin motivo ni aviso, descartar las pertenencias inútiles, cambiar de residencia, incluso vagar en el abismo. Puede ser cualquier cosa a fin de cambiar los parámetros de algún mecanismo que nos pueda llevar a desatar otro. Al final de cuentas, los parámetros del mundo no determinista y de la información incompleta son tantos, que resulta ridículo el intento de comprenderlo. Mientras tanto, acciones aleatorios nos puedan resultar una bendición que mas necesitamos.
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